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Felipe López Hernández (Pecadora)

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Felipe Lopez Hernandez
Por : Juan Fernando Avila P.
Ninguno de los apasionados en el relato oral, ni quienes disfrutamos de su original y contagioso sentido del humor, hemos podido definir con exactitud la fecha de su arribo inesperado a los hospitalarios y cálidos refugios del Valle del Aguán, y apenas logramos conocer, que nació un día lluvioso en el distante y céntrico municipio de San Ignacio, Francisco Morazán, siendo hijo de la señora María López, y nieto de Amalia López, junto a quienes emprendería una prolongada travesía desde su lugar de origen, para establecerse primeramente con sus progenitoras en Arenal, Yoro, donde las dos mujeres trabajaban movilizándose hacia los campos de la Standard Fruit Company, atendiendo labores alimentarias en CULUCO, para los sacrificados jornaleros que vendían su fuerza de trabajo a la transnacional bananera norteamericana.

Con el tiempo abandonaron el sector arenaleño donde el joven iba mostrando sus potencialidades humorísticas, para radicar posteriormente en el campo de Palo Verde, de donde pronto emigrarían hacia la Ciudad Cívica de Olanchito, y el muchacho llegaría a darse a conocer por su nombre de pila como FELIPE LÓPEZ HERNÁNDEZ.

Traía el don innato y prodigioso de la jocosidad como nadie lo haya tenido en lo que va de historia en Olanchito, y sus primeras andanzas y ocurrencias las llegaría a poner de manifiesto cuando le tocó trabajar por vez primera en la sastrería de don Rufino Cálix Sevilla, donde haría la broma más inolvidable que en principio irritaría al propietario del taller, y que más tarde provocaría su traslado una cuadra más adelante al taller de Samuelito Rodríguez, frente al Bazar Pedro Nufio, que en su casa de habitación tenía instalado el profesor y promotor cultural Francisco Murillo Soto, primero en establecer venta de libros en la ciudad.

Tiempo después Felipe López Hernández, viajaría a La Ceiba, y su madre y abuela dispusieron establecerse definitivamente en la comunidad rural de Carbajales, donde venderían golosinas a los agotados pasajeros que viajaban en los trenes obsoletos en la ruta de Olanchito hacia La Ceiba y también, donde con el correr de los años morirían. Mientras Felipe López Hernández, viajó a La Ceiba a conocer las innovaciones que en el arte del corte y confección de pantalones y trajes como último grito de la moda imprimía el maestro Bourdeth Reynaud. A La Ceiba fue también a identificarse con el propietario de un periódico jocoserio, que más tarde le serviría de pauta, cuando retornó a Olanchito a fundar bajo su dirección el Semanario “LA PULGA”, que marcó una impronta insustituible y contribuyó, (aunque parezca paradójico), a la moralización y rígido cumplimiento de ciertas exigencias en el comportamiento de las personas que comenzaban a perderse dentro de la sociedad.

Fue el tiempo memorable en el que Felipe López Hernández, se presentó a un concurso de canto, promovido por el propietario del más afanado circo que haya llegado a Olanchito propiedad de Serapio López, ocasión que aprovechó para participar y cantar la canción que más lo apasionaba conocida como “PECADORA”, que levantó de sus asientos en varias oportunidades a la concurrencia porque en el curso de la vocalización olvidaba parte de las estrofas, y el público exigía que lo sacaran de concurso. Pero Felipe López Hernández, fue perseverante e insistió con su versión “PECADORA”, hasta que finalmente logró cantarla completa, pero también lograr que la ocurrencia popular desde ese instante lo bautizara con el ocurrente sobrenombre de “PECADORA”, el que él aceptó sonriente sin ninguna objeción.

LA PULGA, el Semanario que sentó cátedra de crítica y auditaba la conducta de todos los vecinos desapareció después de aproximadamente dos años de circulación, pero Felipe López Hernández, ya había instalado su propio taller de sastrería al que puso por nombre “CANTINFLAS”, en honor al célebre comediante mexicano, quien al enterarse mucho tiempo después del histrionismo y la capacidad humorística de Felipe López H. por informaciones que le brindara Tony Nicoli, aficionado hondureño a la cinematografía, en alguna ocasión lo invitó para que abandonara los andurriales del Valle del Aguán y fuera a destacar su talento humorístico a las maravillosas y subyugantes latitudes de la nación azteca.

En su sastrería CANTINFLAS, incorporó como operarios a reconocidos sastres de la localidad, a JAIME PÉREZ, A JAIME ENRIQUE FIGUEROA (QUIQUE GUMAY), a ISRAEL ZELAYA (CETEKO), y tantos que sería prolijo enumerar, quienes conocieron la chispa ocurrente e instantánea del hombre que hizo reír indistintamente a todo Olanchito.

Fue un consumado polivoz que no dejó de imitar a nadie sin excepción que cruzara en su camino. Padre de la irreverencia, manejó con facilidad deslumbrante los giros y timbres bucales en todas sus tonalidades, y así como imitaba en forma compleja y rápida como hablaban en sus tertulias los árabes de Olanchito “reproduciendo las voces de SERAPITO BENDECK, JORGE MARZUCA, SCANDAR MARZUCA, CARLOS HOCH, JOSÉ CHAHÍN, GOYO Y NICOLÁS MARZUCA, también lo hacía pronunciando los discursos y homilías del reverendo Guillermo Moore, las intervenciones y mensajes presidenciales del DR. RAMÓN VILLEDA MORALES, y las piezas oratorias del DR. RODAS ALVARADO, como las apasionadas tonalidades que imprimía la voz cordial y amiga de la radiodifusión olanchitense a través de los canales de Radio Lux, la siempre gentil y educada Blanca Amalia Sánchez.

Fue igualmente un dramatizador de novelas famosas reproduciendo indistintas voces, y radio novelas como CORONA DE LÁGRIMAS, CHUCHO EL ROTO, y tantos tramas imaginados y escritos por la inagotable escritora de ese género CARIDAD BRAVO ADAMS.

Cuando se consolidó el periodismo local también contribuyó con su segundo Semanario Jocoserio conocido como “LA CARCAJADA”, desarrollando paralelamente responsabilidades como corresponsal de prensa de algunos medios de comunicación radial por medio de mensajes telegráficos que eran los más expeditos en comunicación existentes en esa época de los cincuenta.

De igual manera al instalarse la primer radio emisora de Olanchito, el inversionista original, sorprendido comprobó, que carecía de personal especializado y capaz para impulsar lo que sería el primer intento formal de difusión hertziana en la comunidad, y fue precisamente Felipe López Hernández, el primer voluntario que se presentó a RADIO MERCURIO (HROL), el año de mil novecientos sesenta y uno a iniciar su jornada como pionero de la locución local. Con su llegada se incorporarían otros entusiastas colaboradores destacándose Carlos Urcina Ramos, Juan Ramón Martínez, Juan Fernando Avila, José Rascoff Munguía, Alberto Urcina Reyes, Juan Ramón Durán, Mario Alfonso Murillo, Max Gil Santos L., y Marco Aurelio Orellana, quienes jamás vieron retribuidos sus sacrificios y desvelos con los placeres de la remuneración económica. Frente a esa situación de desamparo. Felipe López se trasladó más tarde a RADIO LUX (HRVL) en mil novecientos sesenta y tres, donde fungió como locutor de los programas AMANECER RANCHERO y LAS RANCHERAS DEL MEDIODIA. Dentro del programa AMANECER RANCHERO, López Hernández creó y enlistó EL CLUB DE MADRUGADORES, a quienes despertaba con sus llamados ocurrentes salpicados de humor exquisito y contagioso.

Finalmente ante el conocimiento de su carisma inobjetable fue solicitado por una de las más famosas casas radiales de San Pedro Sula como fue H.R.Q. (RADIO SUYAPA) propiedad del memorable GUAYO GALEANO, donde destacó como locutor insigne de los programas “EL EXPRESO A MÉXICO”, y “RINCÓN MEXICNAO DE LA Q.”, estación radiodifusora de donde trabajaban un núcleo de locutores experimentados provenientes del exterior que habían hecho escuela en sus países, contándose entre ellos al célebre ALFREDO ARAMBARRI (CUBANO), voz estelar del show musical del mediodía, LA Q ESTÁ DE GALA, donde alternaba con músicos ceibeños como UPA (baterista) TONY GARCÍA (Cantante), CARMENCITA GALLARDO hondureña, como también lo hiciera con locutores de la talla del mexicano JUAN JOSÉ MOJICA, y mucho más que recibieron enseñanza del maestro de locución cubana MODESTO VÁSQUEZ GONZALES.

Mucho antes de partir a laborar como eficiente locutor en H.R.Q., donde totalizó un auditorio sorprendente de aficionados a la música regional mexicana, formó hogar en Olanchito con la señorita Dolores Morales, con quien procreó un solo hijo, a quien puso por nombre José Ramón López Morales, de quien decía que si él hubiera tenido el apellido Villeda, su hijo se hubiera convertido en el homónimo del presidente Constitucional, Dr. JOSÉ RAMÓN VILLEDA MORALES.

Murió en San Pedro Sula en el año de mil novecientos sesenta y ocho, a la temprana edad de cuarenta y nueve años dejando a todos los que tuvimos la oportunidad de disfrutar sus ocurrencias con una sonrisa por los momentos gratos y de sana alegría que nos hizo vivir compartidos en nuestras tertulias memorables en los medios donde nos tocó distribuir responsabilidades laborales en la radio difusión.

Frente a Felipe López Hernández, había que estar preparado y apretarse con seguridad el cinturón porque nadie podía estar serio. De una mirada, de un gesto, de una sonrisa, de un simple estornudo, surgía la ocurrencia final, el chiste contagioso, la carcajada inevitable, que fueron parte del sustento cotidiano de su vida.

Sus amigos y compañeros al saber de su muerte se solidarizaron en el dolor, y yo desde mi exilio estudiantil en el México de mis exaltaciones irrenunciables, al enterarme de su infortunado final, por primera vez derramé varias lágrimas que no fueron provocadas por su buen humor y espontánea voluntad de hacerme feliz, sino por el dolor y vacío de su ausencia y de su vecindad, que representó una experiencia a quienes le supimos valorar como primer humorista local de cartel internacional…

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